Padre y profesional

Su mirada percibe aquello que el baloncesto esconde. Ese gesto mínimo que hace que la pelota entre o se salga por un milímetro es detectado por ellos como si dispusieran de un poder sobrehumano. No es eso. Es la experiencia. Ser padres no es un disfraz que oculte su yo profesional. Porque vienen a Marina d’Or por sus hijos, acompañándolos, cuidándolos, pero ellos no dejan de ser entrenadores formadores, periodistas de prestigio, dirigentes de primer nivel y técnicos federativos, referentes del baloncesto. Y por cuatro días, simplemente, son papá. Pero un papá especial.

Desde la NBA al mini

Ramón Fernández vino de empalmada. Le retuvieron unos bestias. Anthony Davis y Kevin Durant le hicieron un bloqueo nocturno. El comentarista NBA de Movistar + tenía retransmisión el sábado por la noche. De los estudios de Tres Cantos salió directo a coger el tren hacia Castellón. Le esperaba su hija, benjamina del Alcobendas. “Llegamos en escalas. La niña vino en autobús y su madre detrás con el coche”, indica el periodista a medio camino entre el básket y la música.

Especialista en Euroliga y en NBA, a Ramón ‘Sessions’ le toca introducirse en el mini cada fin de semana. Lo hace encantado aunque en muchas ocasiones le toque ir directamente desde el plató. ¨Me hace disfrutar del baloncesto a otro nivel. Y no sólo por el factor afectivo de que sea mi hija, sino también porque en el minibásket está la esencia de este deporte”, insiste el periodista.

Acudir a los partidos de la nena se ha convertido en una celebración familiar. Su mujer se ha enganchado al deporte que desvela a Ramón. “Ha empezado a entender el juego viéndola a ella y ahora lo disfrutamos juntos”, dice el periodista madrileño que está aprovechando de unos días libres en Castellón, provincia que conoce bien por las tantas ocasiones que ha asistido a festivales en Benicàssim.

El proceso de Carlos

Carlos se sienta al lado de Carlos. Visualizan el escenario desde una atalaya silenciosa. En calma, con una pose relajada y alejada de otros actores más apasionados. Carlos Iglesias e hijo contemplan a Daniel, el pequeño de la familia. El entrenador del Simply Olivar, el filial del Tecnyconta Zaragoza, lleva ya varios días viendo jugar a su prole, jugadores del Doctor Azúa. El sábado tuvo que viajar hasta Lleida para cerrar la temporada EBA en Lleida con la camada de futuras estrellas que entrena y con las que acudirá en unas semanas al Campeonato de España júnior. Formador hasta las cejas, su papel de padre no camufla esta realidad. “No tengo la inocencia del padre que se acerca a este deporte sin conocerlo. He perdido la frescura de no entender. Se disfruta de una manera diferente porque ves los detalles que otros no aprecian”, asiente el técnico zaragozano.

Iglesias apuesta por el baloncesto. Sabe de su poder como enchufe de valores para los más pequeños y la pureza del minibásket. Hace ya años que su esfera es profesional pero el brillo de sus inicios se refleja emocionante en su discurso. “Si tienes claro lo que es el mini no hay ninguna manera de no disfrutar. No puede ser sólo una actividad para divertirse, sino debe aportarles valores, que a mí me han ayudado en mi camino. Los chicos deben aprender a perder y ganar, a jugar en equipo, a respetar al rival”, apunta con sabiduría este maestro que ve cada partido con calma, con esa tranquilidad del que sabe que está contemplando un proceso a largo plazo, donde el resultado de hoy es una gota en un mar alargado donde sólo cuenta la mejora.

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La primera vez de Perico

Es su primera vez. Y ya no es un jovenzuelo. Estar sentado en la grada sin la necesidad de tener que escribir una línea de un informe o censurar la técnica de un jugador es algo inédito para Pedro Meléndez, secretario técnico de la Federación Aragonesa de Baloncesto. Se sienta tranquilo para simplemente disfrutar de como juega su hija. Ella ha heredado su potente genética. Es una buena reboteadora en el alevín del Olivar. “Yo estoy abriendo los ojos a un mundo nuevo. Siempre he vivido los torneos desde la organización o en una tarea relacionada desde mi puesto. Aquí sólo soy un padre más y puedo disfrutar al máximo”, afirma ‘Perico’ Meléndez.

Unos días para relajarse y poder disfrutar del baloncesto desde una nueva perspectiva. Relajarse y sentirse cómodo. Quitarse la presión del trabajo. “Vamos de partido en partido a ver a los diferentes equipos de El Olivar. En algún rato libre nos hemos ido a jugar al pádel y también al balneario, a hacer una ruta gastronómica o a sentarnos tranquilamente en una terraza”, asiente el preparador de la FAB. Unas vacaciones más que merecidas sin obviar el baloncesto como hilo conductor de una vida dedicada a los aros.

Las tres razones de García Chápuli

Hace tiempo que Alberto García Chápuli colgó las botas y las responsabilidades de la máxima competición. Ahora es simplemente el padre de tres hijos que coinciden en el CD Romareda. El que fuera director general del Básket Zaragoza 2002 y Director de Arbitraje de la ACB ahora ha encaminado su labor lejos de la órbita del baloncesto, aunque aún dedicado al deporte. A caballo entre Zaragoza y Madrid, ahora aprovecha con su mujer para cuadrar el calendario de partidos de un cadete, un infantil y una alevina. “El primer día tuvimos cinco partidos, el segundo, cuatro y el tercero, tres, aunque como hemos tenido algo de tiempo vamos a ir a ver a un equipo benjamín que nos han dicho que está muy bien”, explica Alberto García Chápuli. Visto lo visto, decir que se ha alejado del baloncesto es falso. Lo percibe desde otro nivel, quizá más placentero. “Totalmente, ahora lo disfruto muchísimo. Sin presión en un baloncesto donde todo es ilusión, lucha por cada balón y un buen rollo entre los niños. Nos gusta muchos”, asiente mirando a su mujer.

Es la primera vez en mucho tiempo que pueden estar los dos solos. No es su primer torneo, pero si se estrenan sin compañía. “Siempre jugaban uno o dos y los otros venían con nosotros. Esta vez nos hemos quedado libres y también aprovechamos para hacer algo por nuestra cuenta”, indica el que fuera responsable del primer ascenso del entonces CAI Zaragoza. Entonces fichaba a grandes estrellas y tenía que contratar a entrenadores de prestigio. Ahora su misión es sentarse y ver cómo disfrutan sus hijos, que han continuado la afición de su padre. “Cambias la mentalidad. Sólo quieres disfrutar. Claro que quieres verles ganar, pero si pierden sabes que van a acabar y se van a saludar con el rival y pasar a otra cosa”, afirma García Chápuli al que el gusanillo de entrenar le ha vuelto a picar después de tanto ir y venir detrás de sus tres hijos.

Una gran familia de familias

Asustado, se mueve entre las piernas de su dueño. Rehúye la caricia. Se esconde haciéndose un ovillo hasta que saca el hocico curioso. Entonces agradece el contacto de la mano amiga. “Es su primer torneo”, explica su dueña. Al perrete no le importa mucho lo que ocurre sobre la pista del Palacio d’Or. Pero ahí está. Porque es otro miembro de la familia. A Jane sí que le importan algo más lo que hace su hija Kate, alevina del Olivar. Esta aragonesa de origen británico sigue con sus ojos azules el partido de tarde que les enfrenta al Alerita Augusto Godoy, un derbi aragonés a orillas del Mediterráneo. “¿Cómo van?”, espetan desde la segunda fila. “Creo que ganamos”, indican con incertidumbre. No debe importar mucho porque Kate aplaude a ambos equipos, una canasta y otra. “Es que hay que animar a todos. Ellas también lo hacen bien”, indica la ‘british’ con acento mañico.

La afición del Olivar está por todas partes. Verde esperanza. Es el club que más equipos ha traído hasta Castellón. Son catorce. Aparecen detrás de cualquier esquina. “Vamos a vernos unos a otros. Los familiares de unos equipos van a los partidos de los demás. Es como una gran familia”, explica Chicho Lucas, coordinador de baloncesto de la entidad de Miralbueno. Durante el día van a los partidos y por la noche intentan apurar la cena o hacer alguna incursión nocturna. Tampoco hay que pasarse, pero sí aprovechar que los entrenadores están vigilantes de los niños. Son unos días libres y hay que aprovecharlos.

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Una familia de familias. Esta doble dimensión se proyecta en la Marina d’Or Básket Cup, una competición donde lo que ocurre fuera de la cancha es igual o más importante que lo que ocurre dentro. Celebrarse en uno de los puntos turísticos de mayor interés de Europa, con un tiempo envidiable, hace que sean los padres y las madres los que mejor se lo pasen aprovechando la oferta de ocio y hostelería que están a un paso o dos de los pabellones de juego de Marina d’Or, Torreblanca Alcalà de Xivert, Benicàssim o Castellón.

“Semos del Arroyo”

Han hecho de una terraza su campo base. De ahí no los mueve nadie. Como a Chanquete. Pero éstos son de secano. Y no necesitan barca. Ellos reman por su cuenta. “Semos del Arroyo”, dice Elvira alias ‘Supercoco’. Utiliza una banderola azulona del club como capa y parece volar. Ella y todas. Van a por lo que se les cruce por medio sin miedo alguno. Gorrito azul de mercadillo y camiseta rosa comprada en la tienda del torneo como uniforme para identificarse bien. Se les ve desde Indochina. Y también se les escucha. Dan la nota. Bien alta. “Vamos de partido a partido, vemos a los hijos de unos y a los hijos de otros, nos paramos para refrescarnos un poco en alguna terraza… pero hay también los que se va a correr. Somos muy completos”, anuncia Bea como portavoz acreditada. “Yo mañana os prometo que salgo a correr”, espeta sentado cómodamente en una tumbona Raúl, al que señalan como el único responsable del grupo.

La tribu del Arroyomolinos son la bomba. Piden una de jamón para asegurarse el premio a la mejor afición. Están de broma hasta sin quererlo. Entre ellos hay miembros de la Demencia del Estudiantes e hinchas del Fuenlabrada, así que de lecciones de canto van sobrados. Tiene hasta canción propia. Tienen un poquito de todo. “Y somos unas jugonas. Estás juegan de pivonas y tenemos también alguna base”. Que el cachondeo no pare. ¡Viva la juerga! Beber, comer y pasarlo bien es su lema. Y lo siguen como una religión. “Llevamos el básket en vena. Es nuestra pasión. Venir de torneo es una cosa más para los padres que para los hijos. Les obligamos a venir. Y más a un sitio como Marina d’Or. Nos lo estamos pasando fenomenal”, insiste Bea. Cualquier que pase a su lado da fe de ello.

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En el Palacio d’Or se juega el derbi. Las alevinas de primer año con las de segundo. Las familias se disponen juntas en la grada. No hay distinción. Animan a unas y otras. Se van alternando, acariciando con mimo a las pequeñas, que lo tienen más difícil. Las bocinas atronan. Hay que hacerse oír. Dejarse notar. Los del Puerto de Sagunto se han traído hasta un bombo. Hay hasta equipos que se ponen a animar a otros clubes, sólo por ayudar, por echar un cable. Es la más auténtica visión de la confraternidad que manda en la Marina d’Or Básket Cup.

Termina el derbi de Alcobendas. Las niñas hacen un círculo. Todas juntas. Son un club. Son amigas. Inseparables. “¿Cómo hemos quedado?”, pregunta una de las niñas a su coordinador, Carlos Arjonilla. “No sé cuántos a no sé cuántos”, responde con acierto. El resultado es lo de menos. Lo importante es esa imagen que queda. Las dos plantillas juntas sentadas en la grada. Sus acompañantes alrededor. Posan para una foto. Y corean el grito de guerra de su club. Como una gran familia.

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Noche de concursos

No hay una sin dos. Sabemos que el dicho no es así, pero nos vale igual. Porque la segunda gala de la Marina d’Or Básket Cup volvió a llenar el Paladio d’Or de un ambiente festivo. Cerrar cada jornada de baloncesto por todo lo alto ya es una tradición. Una buena tradición. Las gradas rebosaron de pasión con las finales de los concursos de tiro (triples y speed shoot). Era sólo el preámbulo de la transformación de la cancha en discoteca. Al cerrarse la competición comenzó el espectáculo de baile, donde entrenadores, jugadores y padres demostraron que son unos campeones moviendo las caderas.

Nervios. Costaba no saltarse la línea. La impaciencia de los niños estaba justificada. La adrenalina rebosaba antes de jugarse las finales de los concursos. Las eliminatorias previas, disputadas en los descansos de los partidos, habían deparado duelos entre los dos mejores equipos en cada categoría. Había dos modalidades. En los triples, la más clásica, cinco jugadores debían conseguir el mayor número de encestes en un solo minutos. Por otro lado, por tríos se disputó el ‘speed shoot’, donde debía completarse un circuito de cuatro posiciones.

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El desenlace propició imágenes de pura emoción. Tiros decisivos, desempates a ‘muerte súbita’ y remontadas increíbles justificaron una noche de concursos apasionante. La deportividad primó con la felicitación de los perdedores y el reconocimiento de los ganadores al esfuerzo hecho por sus contrincantes. No hubo ni un mal gesto. Solos felicitaciones y celebraciones antes de subir al podio para recibir el premio que la organización de MHL Sports tenía reservado a cada uno de los campeones.

Pam venía contento. Esa tarde había vivido en La Fonteta el ascenso del equipo femenino del Valencia Básket a la Liga Día. El ‘petardo’ fue el encargado de entregar los cheques regalo a los ganadores del concurso de disfraces que la noche anterior habían desfilado por la Gala ‘Locos por el Básket’. 100 euros para gastar en las tiendas de Marina d’Or para el primer puesto y 50 euros para los dos segundos tanto en la categoría para jugadores como en la de adultos. Las ‘mascotas’ de Arroyomolinos y las ‘canastas humanas’ de los padres del Doctor Azúa se llevaron el premio gordo.

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Sin pausa ninguna se transformó la pista de baloncesto en una pista de baile. Los concursos no se terminaron pero se convirtieron en una exhibición de las dotes bailarinas de los entrenadores, padres y jugadores que se concentraron en el Palacio d’Or. Los ‘coaches’ fueron jaleados para salir a la mitad del círculo y perder la vergüenza. Al final Pilar se llevó la batalla de caderas siendo la más ovacionada por la chavalada. Una camiseta del Baskonia fue su premio.

Los padres tampoco se cortaron para probar su coordinación con el ‘Swiss, Siwiss’, aunque necesitaron una lección de los más pequeños para explicarles la coreografía. José, del Ensanche de Vallecas, se llevó la bufanda del Baskonia como galardón por su destreza bailarina. El club madrileño hizo doblete en la competición discotequera con la gracia de Andrea. Esta chica del Ensanche recibió como regalo la codiciada camiseta del Valencia Básket firmada por todos los jugadores de la plantilla del conjunto de la Liga Endesa.

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Campeones Concursos de Tiro:

BENJAMIN

Masculino: CD Romareda (Triples) y Doctor Azúa (Speed Shoot)

Femenino: Cuarte (Triples) y Andratx (Speed Shoot)

ALEVIN

Masculino: Doztor Azúa (Triples) y Olivar (Speed Shoot)

Femenino: Olivar (Triples) y CD Romareda (Speed Shoot)

PREINFANTIL

Masculino: Gredos (Triples) y Olivar (Speed Shoot)

Femenino: Corazonistas ZGZ (Speed Shoot y Triples)

INFANTIL

Masculino: Puerto Sagunto (Triples) y Andratx (Speed Shoot)

Femenino: Olivar (Triples) y Francés Aranda (Speed Shoot)

CADETE

Masculino: Logrobásket (Triples) y CD Romareda (Speed Shoot)

Femenino: Olivar (Triples) y CBC Manises (Speed Shoot)

JUNIOR

Masculino: Tau Castellón (Triples) y Cristo Rey (Speed Shoot)

Femenino: Compañía María (Triples y Speed Shoot)

Sol, playa y baloncesto

El sol y la playa son los dos ingredientes por antonomasia del turismo español. En la Marina d’Or Básket Cup hay que añadir un buen chorreón de baloncesto. La actividad frenética continuó en la segunda jornada de la competición que durante este Puente de Mayo reúne a más de 2.800 jugadores de básket en la provincia de Castellón. Tanto por la mañana como por la tarde todos los 230 equipos citados en el torneo más grande de España disputaron una doble jornada de partidos que deparó la configuración de la clasificación final de los grupos y de las eliminatorias. Mañana comenzarán a dilucidarse las finales que se definirán el martes para cerrar el campeonato.

El buen tiempo invitó a los participantes a potenciar el tiempo libre con las actividades de turismo que ofrece Marina d’Or y el resto de las localidades en las que se disputan los partidos: Benicàssim, Torreblanca, Alcalà de Xivert y Castellón. La playa y la piscina fueron los puntos más repetidos por los participantes de más de doce provincias, muchas de ellas de interior. La localización de este evento permite que al aliciente deportivo se una alternativa de ocio infantil y familiar que aprovechan al máximo los más de 5.600 acompañantes.

Lo más pequeños disfrutaron del sol que por la tarde se instaló sobre la Costa del Azahar. La playa de Les Amplaries fue un trasiego de camisetas de múltiples colores que certificó el ambiente de convivencia y buen rollo que se transmite entre los equipos, que más que rivales son amigos. “Nos hace mucha ilusión venir a la playa y a la piscina, pero más hacerlo con nuestros amigos”, decía Mario Alonso, un preinfantil del CB Arroyomolinos de Madrid. La piscina climatizada del Hotel Gran Duque reflejó un llenazo durante todo el día. “Este torneo está genial porque hay muchas cosas con las que jugar y está esta piscina maravillosa”, dice Patricia Muriago, una benjamina del Alierta Augusto de Zaragoza.

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La invitación que la organización de MHL Sports ha hecho a todos los inscritos para poder entrar de forma gratuita al Parque de Aventura d’Or fue otro de los fenómenos de la jornada. Centenares de niños y niñas pasaron por las atracciones. Desde La Batidora hasta el circuito de quads, no hubo ni un momento en el que se parará la diversión. “Nos hemos montado en todo. Es fantástico porque puedes jugar y divertirte y, sobre todo, conocer a otros equipos. Hemos hecho muy buenas migas con unas chicas de Logroño”, afirma José Fau, del CD Romareda de Zaragoza.

La conclusión de los partidos no fue la despedida de la ilusión. A las 22:00 horas el Palacio d’Or se vistió de gala para la celebración de los concursos de tiro (speed shoot y triples) de las seis categorías, desde benjamín a júnior. A la conclusión del mismo se entregaron los premios del concurso de disfraces ‘Locos por el Básket’ que se había desarrollado la noche anterior. Los ganadores recibieron un cheque regalo de 100 euros para realizar compras en las tiendas de Marina d’Or. La fiesta se cerró con una sesión de baile que concluyó una segunda jornada donde la MDBC volvió a ser una perfecta simbiosis de baloncesto y ocio.

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Al agua, ¡renacuajos!

En la Marina d’Or Básket Cup hay que mojarse. ¿Pero dónde? Ese es el dilema. Cuando el sol brilla con intensidad y el levante decide relajarse, la playa suele ser la primera opción. Aunque también tenemos la piscina, sin olas ni sal. ¿Qué hacemos, chicos? La elección suele tomarse por mayoría. O mejor. Vamos un rato a una y después nos marchamos a la otra. Lo bueno que tiene este torneo es que puedes elegir y disfrutar de un baño entre partido y partido.

‘Suky’ habla por los codos. Está con sus amiguísimas haciendo agujeros en la arena con sus manos. Ella no para de charlar con una y con la otra mientras escarba y escarba. A este ritmo llega a Nueva Zelanda. Es la fauna de la playa de Les Amplaries. Gaviotas, pececillos, pulpos y halcones. ¿Halcones? Sí, halconcillos diminutos de Arroyofresno. Estos benjamines se dividen en dos. Los acuáticos y los de secano. El debate aflora cuando los sumergibles salen de chapotear. “Es que hay mucha arena y se pega a la piel. Y el agua está salada”, argumenta Inés ‘Suky’ Cáceres, con sus nueve añazos de sabiduría. “Pues a mí me gusta el agua. Está fresquita”, le responde su compañero Gonzalo Alarcón.

La discusión es amistosa. Lo sabemos porque en unos minutos pasan a saltar sobre la arena y a cantar su grito de guerra. Son compañeros. Y amigos. Llevan un año jugando juntos en la Municipal del distrito madrileño de Fuencarral como un equipo mixto. Venir a Marina d’Or es todo un premio con el que cerrar casi casi la temporada. “Yo me quedaría a vivir aquí encantada. Hay de todo”, se atreve a decir ‘Suky’, una chica del barrio de Montecarmelo. “Es que mola mucho el baloncesto, Marina d’Or y este torneo”, completa Gonzalo. Todos afirman con su cabecita.

Cerca hay un parque con una multitud de razas de patos, pavos reales, cisnes y gansos y pájaros cantores. El paseo sirve para tomar un rato el sol o pararse a tomar un helado. La temperatura ha subido por la tarde y se agradece algo fresquito. El desfile de camisetas multicolores anuncia que el tiempo libre para muchos de ellos ha llegado después de una jornada de doble partido. Desde el Palacio d’Or hasta la zona de playa el camino parece una autopista de ida y vuelta de muchachos con camisetas de básket y bañadores, el uniforme oficial de la Marina d’Or Básket Cup.

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Exterior o interior

El otro punto de remojo se esconde bajo techo. A mano izquierda del mostrador de recepción del Hotel Gran Duque hay una puerta con una pantalla led muy llamativa. Es el reclamo de entrada al mundo acuático. Una piscina climatizada y otra exterior es el paraíso para aquellos los que quieren tirarse al agua lejos de la arena. Eso sí, es obligado el gorro.

A buen paso llega la delegación del Alierta Augusto. Las pequeñajas del benjamín femenino van directas al borde. Se cogen de la mano y a la de tres saltan. Su sincronía es la de un equipo bien conjuntado. Nadan sin separarse, como un banco de pececillos. “Somos muy amigas y este torneo está genial porque podemos hacer muchísimas cosas divertidas juntas”, manifiesta su portavoz Patricia Muriago. No paran de jugar. Un ‘pilla pilla’ dentro de la piscina. La energía no se acaba aunque vienen de un partido. Es la segunda vez que repiten en la climatizada. “Y nos han prometido que iremos también al parque acuático”, afirma Patricia Muriago.

Una pareja de patos toma el son en las piletas exteriores. Están tranquilos hasta que llegan los preinfantiles del Arroyomolinos. Sus entrenadores están en unas tumbonas a la sombra. Sus pupilos van de un lugar a otro intentando tirar al compañero al agua. “Ya estuvimos aquí el primer día. En las exteriores estamos más a nuestro aire. Hay menos gente y podemos jugar a tirarnos unos al otro al agua sin molestar a otras personas. Además, es más grande”, asiente Mario Alonso. Esta plantillaza participa en Marina d’Or Básket Cup para preparar el playoff de su categoría en la Liga federada de Madrid. “Nos hace mucha ilusión venir a un campeonato y encima poder disfrutar de la playa y la piscina como amigos”, sentencia Mario. Y es que en Madrid no hay playa, vaya.

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