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BALONCESTO

La fiesta del Olibasket

Para que un evento pueda denominarse fiesta es innegociable pasarlo bien. Otra cosa es mentirse. Viendo las caras de los más de 1.200 jugadores que hoy sorbieron hasta el último segundo de baloncesto y diversión en la apertura del III Olibásket, nadie puede negar que este torneo sí es una verdadera celebración del final de una larga temporada. Llegados desde distintos puntos de la geografía española, más de 100 equipos, completaron la primera de las dos jornadas de esta competición que cerrará el curso en El Olivar.

La disputa de las finales y la entrega de los trofeos (15:00 horas) pondrá mañana punto definitivo al Olibásket. El buen rendimiento de las plantillas del club anfitrión destacó en lo deportivo, copando la mayoría de huecos de los encuentros por los mejores torneos. No obstante, la nota general y más destacada fue el ambientazo que se vivió tanto en las gradas, como en las canchas y en las instalaciones de ocio de complejo deportivo de Miralbueno.

El buen tiempo reinante, el solazo, acompañó un día lleno de emociones. Algunas de las expediciones, llenadas desde Catalunya, Comunidad Valenciana, La Rioja, Navarra, País Vasco y Madrid, llegaron a Zaragoza a primera hora, mientras otras ya habían pernoctado en la ciudad. “Este año ha hecho mejor tiempo. Nosotros hemos venido desde el primer año. Es una gozada”, asiente José Luís Aso, coordinador del CB Jaca, que ha bajado del Pirineo con seis equipos. Habituados a disputar la provincial oscense, el Olibasket es una oportunidad para enfrentarse a equipos de otras latitudes, medir su nivel y ampliar los horizontes y las vivencias de los chavales.

‘A la piscina, a la piscina’. Un coro de renacuajos pedía agua a gritos. El desfile salía de un vestuario e iba directo a la pileta. Daba igual el resultado. No hay que caminar más de cien metros para encontrar un oasis. En la mochila, además de la equipación de juego y un par de zapas había que añadir un bañador y una toalla. El quinto cuarto se jugaba allí, entre chapuzones, partidas de cartas, bromas y camaradería con otros chicos y chicas. “Tenéis cuatro minutos para cambiaros e ir al partido”, ordena Edurne, la entrenadora del Arenas de Tudela a los más rezagados. Hay que jugar el siguiente partido, que hemos venido para eso, aunque unas júnior reconocían sin ruborizarse que, con la Selectividad de por medio, no habían entrenado en la última semana.