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Leer másYeray conoce muy bien nuestros torneos y es que lo ha vivido en diferentes parcelas: de jugador en etapa junior, como personal de la organización posteriormente y desde hace algunos años también como árbitro.
– Tengo recuerdos muy especiales de mis etapas anteriores, tanto como jugador como miembro del staff organizativo. Cuando participaba como jugador, lo vivía con esa ilusión propia de competir en un torneo grande, rodeado de equipos de altísimo nivel y momentos únicos que marcaron mi pasión por el baloncesto. Más adelante, como parte del staff, pude ver el torneo desde otro ángulo, entendiendo la enorme logística, el esfuerzo humano que hay detrás y el compromiso de todos por hacer que esta experiencia sea inolvidable para jugadores, técnicos y árbitros.
– La verdad es que tengo muchísimos recuerdos, pero hay dos que guardo con especial cariño. El primero corresponde a mis inicios como colegiado, una etapa en la que todavía estás en pleno proceso de aprendizaje. En esos primeros torneos, los partidos de mayor trascendencia –como semifinales y finales–suelen estar reservados para árbitros más experimentados. Y es lógico, para seguir creciendo hay que observar, escuchar y aprender de quienes llevan más tiempo. En ese contexto, recuerdo especialmente un partido disputado en el Centro Deportivo Municipal Siglo XXI que terminó con dos prórrogas, incluyendo lanzamientos desde media pista para forzarlas. Verlo desde fuera fue una lección magistral en todos los sentidos.
Ya con algo más de recorrido y experiencia, viví otro momento muy especial: una final junior disputada en el Pabellón Príncipe Felipe. Tuve el privilegio de dirigir ese partido junto a Pedro León, y fue un auténtico gusto desde el primer minuto. El nivel competitivo de ambos equipos fue altísimo, pero lo que más me marcó fue el respeto entre jugadores, entrenadores y público. Fue uno de esos partidos en los que el baloncesto brilla por sí solo, y para un árbitro, no hay mayor satisfacción que formar parte de algo así.
– El nivel es excelente. Año tras año, los equipos que acuden a Zaragoza demuestran un baloncesto de muchísima calidad, tanto en categorías masculinas como femeninas. Se nota el trabajo que hay detrás por parte de los clubes, y para nosotros como árbitros es un reto muy enriquecedor. Hay talento, intensidad y una competitividad muy sana, lo que convierte cada edición en una oportunidad perfecta para seguir creciendo. A los compañeros con los que comparto pista, especialmente cuando me toca ejercer como árbitro principal, siempre les animo a aprovechar al máximo esta experiencia. Les recuerdo que disfruten del torneo y de la oportunidad de arbitrar a equipos de gran nivel; porque sin duda, el nivel que se vive aquí es perfectamente comparable al de un Campeonato de España.
– Lógicamente hay diferencias en cuanto a nivel físico, táctico y experiencia, pero en cuanto a concentración, exigencia y lectura del juego, muchas veces nos encontramos con situaciones que requieren el mismo nivel de implicación. En estos torneos hay jugadores muy formados y entrenadores con mucha experiencia, así que el ritmo de algunos partidos es muy alto. Además, al tratarse de un evento tan importante, las emociones están a flor de piel, y eso exige al árbitro tener una comunicación clara, una gestión emocional equilibrada, empatía y una atención constante.
– Sí, absolutamente. La campaña «Con respeto, ganamos todos» es un mensaje que cala poco a poco, pero con firmeza. En estos últimos años se nota una mejora evidente en la actitud de los participantes y del público. Siempre suele haber excepciones, pero en líneas generales hay una gran conciencia de que el respeto es parte esencial del juego. Además, el hecho de que la organización lo promueva de forma activa y visible crea un entorno saludable y educativo para todos.
-Les diría que disfrutasen de la experiencia al máximo. Es un torneo exigente, sí, pero también tremendamente enriquecedor. Van a tener la oportunidad de arbitrar a chicos y chicas con mucho talento y nivel; como decía anteriormente, lo bueno de este tornero es que muchos de los encuentros que se disputan tienen el nivel de un Campeonato de España. Además, el poder compartir pista con árbitros y oficiales de mesa con mucha experiencia, convierte cada encuentro en una ocasión ideal para aprender. Finalmente, les diría que vengan con actitud, con ganas de escuchar, de preguntar, de equivocarse y mejorar. Y, sobre todo, que se sientan parte de algo especial, porque este torneo también es escuela para nosotros.
– En primer lugar, me gustaría agradecer a la organización, a la Federación Aragonesa de Baloncesto y al Comité Aragonés de Árbitros de Baloncesto por su labor para con la celebración de este torneo. Muy especialmente, a Luis Miguel Lázaro, por su compromiso incansable, su dedicación y por hacer posible que este torneo siga creciendo año tras año.
A todos los jugadores, entrenadores, árbitros, oficiales de mesa y familias: disfrutad cada momento. El Torneo MHL de Semana Santa es mucho más que un torneo convencional. Es un espacio de convivencia, de aprendizaje, de emociones y, sobre todo, de recuerdos. Vivamos cada partido con pasión, respeto y deportividad, porque al final, todos formamos parte del mismo equipo: el baloncesto. ¡Nos vemos en la pista!
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