Despacito

El taladro del estribillo de Luis Fonsi suena de nuevo. Y van... El coro del Sa Cabaneta repite el 'Despacito' como si no hubiera mañana. Los kilómetros se van desgastando como la letra de la canción del momento. Han sido unas cuantas horas de viaje pero las luces de Marina d'Or reflejan el final del camino. Despacito, pero seguro.

La riada de equipos van alcanzando su destino. Diferentes formas de alcanzar la Ciudad de las Vacaciones de Oropesa. Los GPS vuelan en coches particulares, autobuses propios o compartidos, aviones desde las islas baleares o hasta en tren. Locomociones impulsadas por las ganas de pasarlo bien y cargadas de baloncesto. Hasta 2.400 jugadores proceden de fuera de la provincia y casi todos (algunos llegarán mañana a primerísima hora) pernoctan ya hoy en Oropesa. Esto es la Marina d'Or Básket Cup, una confluencia de deporte de formación, turismo en familia y buen ambiente para conocer a otros chicos y chicas bajo la pasión de la pelota naranja.

Ana y Carlotta son gemelas. Pelirrojas y pecosas. Su madre es alemana y la culpable de sus nombres. Sólo una cicatriz en la frente las diferencia. "Para las defensas es complicado saber a quién tienen que defender. Lo malo es que los árbitros le pitan una falta a una y se la señalan a la otra", dice Ana. Son jugadoras del CB Prat. "Hemos venido en coches, cada una con sus familias. Habíamos quedado a las 16:00, pero nuestra entrenadora ha llegado tarde. ¡Fatal!", asiente Irene. Son de las primeras en llegar a este punto de la costa del Azahar. Junto a ellas están Berta y Mar. Todas lucen la misma sudadera. Se la han 'customizado' para el torneo.

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Más tarde llega Judith. Es del mismo equipo, pero ya no coincide con sus compañeras en la recepción de la 'Zone Teen', junto al hotel Gran Duque. "He venido con mis padres y mis abuelos, domingo y Roser. Todos llevamos esperando mucho tiempo este fin de semana. Venimos a pasarlo bien en familia", comenta esta joven barcelonesa.

Los equipos catalanes y valencianos son los primeros en llegar a Marina d'Or. Lo primero es saber en qué hotel o apartamento se alojan, ver los horarios de las cenas y conocer la forma de llegar a los partidos de la siguiente mañana. Quien no se descarga la APP oficial del torneo está muy atento a los carteles informativos que hay en los alojamientos y en las oficinas donde son atendidos por los responsables de Marina d'Or y MHL Sports.

Llega un grupo de adolescentes vestidos con un chándal azul. Se identifican. "Somos del Paiporta, cerca de Valencia". Una hora y media de autopìsta. "Y a éste le ha dado tiempo de quedarse dormido", espeta Adrián López a Guille Fernández. "Es que esta mañana tenía examen de matemáticas y estaba cansado", indica este cadete del club de la localidad de 25.000 habitantes. "No sé si ganaremos muchos partidos, pero unas cuantas risas sí que nos vamos a echar estos días". El pendiente que se acaba de colocar su compañero Miguel empieza a ser indicativo de las bromas que todos comparten con buen ánimo y compañerismo.

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Otro grupo se acerca para hacer el check-in. En la mochila sobresale un ukelele. Es de Helena Campos, junior del Vilassar de Dalt. "¿Hay un karaoke cerca?", pregunta María Aguilera, otra compañera de este equipo tan musical. En sus maletas se esconden además alguna guitarra y otra no se ha traído el piano por razones de evidente tamaño. "Pero siempre terminan componiendo una canción en cada torneo. El año pasado estuvimos en el Torneo MHL Sports de Zaragoza y terminaron cantando su propio tema. Esta vez también lo harán", dice la entrenadora del grupo.

La tarde va cayendo. Algunos comen en la carretera. Desde Madrid a Zaragoza, pasando por Logroño o Guadalajara, sin olvidarnos de Navarra o Huesca. Diferentes destinos. "Yo estuve en el Torneo del Lupus. Ahora venimos a este con muchas ganas de pasarlo bien", dice Leire, infantil del Logrobásket.. La riojana confirma que aunque han sido cuatro horas de carretera viene fresca y con ansias de debutar mañana ante El Olivar. "¿Son buenas?", pregunta a un miembro de la organización.

El Teresianas de Tarragona llega con una contradición. Su cadete es el jugador más alto. "Hemos venido en tren. El de la costa, paraba en casi todos los sitios", indica Víctor Martos, que se proclama como portavoz del equipo que viene de perder en la prórroga con el mítico Ploms en su liga provincial. "Aquí queremos resarcirnos. Tenemos cuatro objsetivos claros: ganar, pasarlo bien, hacer equipo e comernos todo el buffet", indica Víctor provocando una carcajada general.

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Los autobuses de Madrid vienen a su ritmo. "Hemos salido pronto, pero no hemos evitado el atasco", informa el entrenador de San Agustín de Guadalix. Interrumpe la conversación para saludar a un compañero del Coslada que guía a un grupo de alevines. "Venimos con las mismas ganas de bailar que de jugar", insiste  valiente Laura Calleja bajo la mirada de su entrenadora.

Se siguen repartiendo llaves y descargando maletas. Aún queda un buen rato para que lleguen todos los equipos y se finiquite la jornada. La organización se mantendrá en pie hasta que todo esté solucionado. Las primeras cenas van cayendo en los buffets abiertos en los distintos establecimientos de Marina d'Or. Estarán abiertos hasta que llegue el último. Las pistas están instaladas desde la mañana. Todo descansa para que mañana comience la competición. Por delante más de 500 partidos. Y una fiesta del baloncesto.

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