Éxito de participación en el primer All Star para entrenadores y el 3x3 para familiares en la Marina d’Or Básket Cup

Los cambios se sucedían a velocidad de vértigo. Nadie quería chupar banquillo. Porque, te pongas como te pongas, lo más divertido del baloncesto es jugarlo. Jugar por jugar, por el mero echo de pasarlo bien con los demás. El espíritu de la Marina d’Or Básket Cup, competición de baloncesto formativo que reúne a más de 2.000 jugadores en la Semana Santa en tierras castellonenses, se vio reflejado en la última gala nocturna celebrada en el Palacio d’Or. Las canchas que durante todo el día habían probado la pericia de lo jugones de verdad fue ocupada por sus mayores. Primero, un torneo amistoso en formato tres contra tres para padres, madres, hermanos y hermanas, primos, familiares de todo pelaje, acompañantes variados. Después un ‘All Star’ para que los entrenadores y entrenadoras de los ‘figuras’ desplegasen todo aquello que quieren que sus pupilos hagan.

Nada de competición. Nada. Todo eran risas y peleas entre carcajadas por capturar la pelota resbaladiza. Canastas hubo, porque alguna tiene que entrar, pero realmente eso fue lo de menos. La cosa no pilló de improviso, dado que hubo hasta plantillas completamente uniformadas. La habilidad individual no contaba para asumir la inscripción de una cita que este año ha puesto la organización en marcha pata potenciar, aún más si cabe, los lazos de unión entre aficiones y la experiencia simpática y agradable para todos los públicos. Los más de 90 participantes deja claro que la aceptación de este embolado ha cuajado y que habrá que repetir para la siguiente.

El siguiente capítulo tampoco dejó a nadie defraudado. Tocaba turno a los campeones de los entrenadores, esos que han sido arrastrados por sus jugadores en un carrusel de partidos, actividades y jolgorio por toda Marina d’Or. Y es que el marco y su oferta de ocio da para aprovechar hasta el último segundo que dura el torneo. Desde la entrada gratuita que la organización proporciona para ir al Parque Aventura hasta la piscina del Hotel Gran Duque, las opciones eran múltiples y variadas.

Por eso ese gratuito de asueto del All Star de entrenadores y entrenadoras fue recibido como lo que era, un regalo para ellos. Hubo quien se lo tomo más en serio, porque había que demostrar el baloncesto que se lleva dentro. Claro, los muchachos estaban viendo y animando y no era plan de defraudar. El ambiente general de buen rollo servía para relajar las tensiones de las eliminatorias que se habían disputado por la mañana y por la tarde y para reforzar los lazos de unión con otros compañeros de diferentes partes de España.

El espectáculo en la pista de baloncesto dejó paso al espectáculo en la pista de baile. Aquí sí que había una percepción clara de quien se mueve mejor y quien se mueve peor. Es así, no nos engañemos. Los más jóvenes sabían que era la última noche y había que apurar, aunque tocara madrugar para jugar el partido definitivo. Costó mandar a dormir a los últimos valientes que apuraron la ‘discomóvil’. Sabían que esto se acaba. Y no quieren. Porque la Marina d’Or Básket Cup no es sólo un torneo de baloncesto. Es mucho más. Y más para ellos, que esperan todo un año para jugarla y disfrutarla. Jugones y disfrutones. Se lo merecen.